El silencio vale oro y ella no tenía ni un centavo, eso le hacía pensar que era difícil llegar a él. Habrá que trabajar... ¡¿Pero cómo hace para trabajar honestamente en un ambiente en donde la mentira es parte de la atmósfera?! Ella no quería trasgredir, pero si no se convertía en más de lo mismo para formar parte de una montaña de chatarra en un basural, no llegaría jamás. Era fácil. "Mejor callate, no te quejes, hay cosas peores, no es para tanto, ya va a mejorar" pensó irónicamente. ¿Conformista? De ninguna manera, iba a exigir lo justo, lo natural y lo que debía ser, siempre. Estaba a favor del sentido común y obraría en favor de él.
Ella se levantaba con un grito desesperado de una alarma, que era como un timbre de una fábrica que ponía en marcha un cerebro ya programado para hacer lo de siempre. Prendió su radio y escuchó la canción, esa que le ponía la piel de gallina; se dio cuenta de que después de todo, de vez en cuando disfrutaba el sentido del oído. ¿Pero por qué habrá músicos que se quedaron sordos y ésta princesa que tenía dos orejas, sólo la hacían sufrir? Igualmente se sacaría también la nariz...
Luego de escuchar el CD y de transformarse en una persona, se preparó para trabajar. Sabía que le esperaban muchos teléfonos sonando, un jefe enojado y un volumen de voz ensordecedor. Y se puso a llorar, ¿ por qué nunca podía terminar de disfrutar un día de su vida ?. Salió de su casa, interiormente sentía un fuego mortal, igual al que provoca la angustia cuando se refugia en el pecho, y caminó velozmente hasta su primer infierno. El fuego era cada vez más intenso y comenzó a engordarle las venas, la furia la quería hacer estallar y no aguantó más... El angelito en que se convirtió en ese instante lo sabía, era una fuego mortal.
miércoles, 21 de julio de 2010
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